Rosario Ibarra
Siempre que se acerca el 8 de marzo es común encontrar por doquier referencias de toda índole, de variadísimos estilos literarios, que tienen que ver con la mujer. Suele haber de todo, desde la inspiración poética que eleva a la mujer a la excelsitud de la divinidad, hasta el denuesto vulgar y grosero de quien la culpa de todas sus congojas y desventuras.
Pensando en esto me vino a la mente, creo que con exactitud plena, algo que leí hace mucho en un libro escrito por un “especialista en el tema”. Decía: “La mujer introduce en la historia una carga de factores irracionales e irresponsables que se acercan mucho al azar”.
Y por el mismo estilo podían leerse muchas otras contundentes afirmaciones en aquel mamotreto, ilustrado profusamente con pinturas de mujeres famosas en la historia, que contradecían —desde la época en que se hicieron sus retratos y quizá desde siglos atrás, cuando vivían— la grotesca afirmación del susodicho “especialista”.
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