SARA LOVERA
MÉXICO D.F., 5 de marzo (apro).- La nación mexicana y muchos de sus habitantes vivimos y vimos cómo se empezó a perder la vergüenza y el pudor en los años 70, época de las represiones sin cuartel; en los años 80 perdimos el salario y nos copó la palabra crisis. En 1984 pude documentar como se cerró una empresa cada tres días y hubo miles y miles de despidos. Se fracturó el aparato productivo, se abrieron las fronteras para las importaciones más sorprendentes y nunca más se recuperó un milímetro de alegría en el campo. Y, sin embargo, no oímos de hambruna.
Dicen que en su despacho de ministro, como de la época de Don Porfirio Díaz, Pedro Aspe, Secretario de Hacienda y Crédito Público, en 1989 decía que los mexicanos aguantábamos cualquier cosa, teníamos un colchón económico, redes familiares solidarias, costumbres y una cultura de idiotez, que aseguraba el éxito del proyecto salinista de "modernización".
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