Cogobernar con el PAN ha resultado, a la postre, un ejercicio, aunque ingrato en sus inicios, sumamente rentable para el PRI y tanto que este octogenario instituto político, otrora tan desprestigiado, se apresta, sobre los hombros de Felipe Calderón y con renovados bríos, según lo que dicen las encuestas y si no sucede algo que lo impida, a retomar, aparentemente libre de culpas, las riendas del poder.
Flaca es la memoria de los electores cuando la incertidumbre y la zozobra aprietan. Frágil la sensatez de quien vota sintiendo una pistola apuntada en la sien y los bolsillos vacíos. De autoritarios en grado de tentativa, los del “haiga sido como haiga sido”, que ofrecen mucho y fallan más a autoritarios con experiencia que no ofrecen sino una sola certeza: “Que saben cómo hacerlo”, la gente —sobre todo en tiempos aciagos como los que vivimos— suele preferir a quienes sostienen el garrote firme en una mano aunque la otra la utilicen para robar.
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