Humberto Musacchio
02-Abr-2009
Si el panismo tuviera colmillo se hubiera mordido la lengua, pues resulta siniestramente ridículo acusar a los priistas de impunidad o complicidad.
La bronca empezó en Acapulco, durante la convención de banqueros, donde Germán Martínez, aparente líder del PAN, la emprendió contra la lideresa de los priistas, Beatriz Paredes, a quien tramposamente emplazó a decir ahí mismo si estaban con el narco o con Felipe Calderón, como si alguna de las opciones resultara la buena.
En los días siguientes, las páginas de los periódicos se salpicaron aquí y allá de frases broncas de los albiazules, quienes, como bravucones de cantina que quieren liarse a golpes hasta con los amigos, siguieron picándole la cresta a los del PRI.
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