Marcela Gómez Zalce
• De enfermedades mentales
• De chachalacas ahumadas
Uno se prueba, mi estimado, con sus palabras. De política ficción el cierre de esta agitada semana con el misil del ex presidente Miguel de la Madrid, que en unos cuantos minutos de simpática lucidez recordó la estoica estupidez que hizo, aunque fundamentalmente fue una estupidez no haber tenido esa solvencia generada por la renovación moral –árbol del surrealismo mexicano que da moras en Los Pinos— para sostener sus gravísimas acusaciones que, con un par de divertidas visitas, una cascada de zapes, recetas y píldoras para que no ande equivocando el tino y las palabras exactas de la mafia política, bastaron para que Carlos Salinas y la conocida famiglia feliz lo declararan, con su absoluta anuencia, un enfermo mental.
Y cual elegante orquesta, my friend, la sinfonía del organizado arreglón incluía a the ususal media suspects y a los medios de intoxicación masiva que matizaban el escándalo, que en una de sus atractivas aristas tocaba la controvertida puerta de Felipe Calderón.
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