viernes, 15 de mayo de 2009


Por Ramón Alberto Garza
15 May 2009

Cuando México todavía se sacudía con la entrevista que Carmen Aristegui le hiciera a Miguel de la Madrid, hasta la residencia del ex presidente acudían tres prominentes priistas para desactivar una inevitable confrontación con Carlos Salinas. La salida, enfermar al entrevistado para invalidar lo declarado. Conoce en Índigo los detalles de: La arrepentida secreta.

Francisco Rojas, Emilio Gamboa, Ramón Aguirre, Enrique de la Madrid y Federico de la Madrid. Ellos operaron “el arrepentimiento” de Miguel de la Madrid sobre la entrevista que le dio a la periodista Carmen Aristegui.

Una parte esencial de la estrategia, sin embargo, se habría diseñado en Londres. Desde la capital de Inglaterra, un indignado Carlos Salinas de Gortari habría implementado el control de daños.

Y con hombres de todas sus confianzas, el inculpado hizo llegar a De la Madrid y a sus hijos los mensajes necesarios para tomar la decisión. Había que confirmar “la enfermedad” de su antecesor.

Con ello, Salinas intentaría neutralizar las severas acusaciones sobre la inmoralidad y la corrupción que De la Madrid hizo sobre él y sus hermanos.

La estrategia habría sido simple y directa. “Me pueden matar, pero se van conmigo”. O en otras palabras, “de aquel lado, del que hace las revelaciones, también existen historias que contar… y si no hay desistimiento, van a salir”.

Las reuniones en las que participaron los prominentes personajes del priismo nacional se prolongaron por cerca de siete horas.
Francisco Rojas habría operado como el diplomático disuasivo a favor de la causa de Carlos Salinas. Fue su director de Pemex. Un hombre cercano y leal que le rearticuló las relaciones con el sindicato petrolero tras “El Quinazo”.
Leer Nota AQUI