La caída de la economía en 8.2% en el primer trimestre reveló que la transmisión de la recesión externa al mercado interno es mucho más intensa que lo que los modelos oficiales de pronóstico pueden capturar. O el gobierno no tiene los modelos correctos o actualizados o no basa sus anuncios en modelo alguno. Lo importante es que sus pronósticos carecen de confiabilidad para guiar al sector privado y de ahí que la inversión será mucho más cautelosa.
Por ejemplo, fue sorprendente el desplome de los servicios, pues se suponía que como la recesión comenzó en el exterior, los servicios no comerciables con el exterior se mantendrían activos. Pero en el primer trimestre cayeron 7.8% y en particular el comercio descendió 17.2%.
El mecanismo transmisor ha sido el empleo. Las empresas han expulsado a trabajadores a gran velocidad. Desde octubre los empleados asegurados en el IMSS han caído a una cifra anualizada de casi un millón de plazas. Otro millón debe esperarse en el sector informal.
Si relacionamos la caída de los servicios, del empleo y de las ventas, no es difícil prever que el siguiente problema se hará presente en los balances de crédito, tanto de bancos como de otras entidades financieras. De ahí que no sorprenda que una primera víctima haya sido el sector hipotecario de entidades conocidas como sofoles (sociedades financieras de objeto limitado) y sofomes (sociedades financieras de objeto múltiple), que requieren colocar emisiones de papel en el mercado para ofrecer crédito hipotecario o al consumo. Como no pueden colocar, entonces no pueden pagar vencimientos ni ofrecer crédito.
Leer Nota AQUI