Luis Linares Zapata
No satisfechos con la reproducción de la añeja formación de partido hegemónico que caracterizó al priísmo en los inicios de su época decadente, el panismo se aferra a ese modus operandi y lo trata de usar para prolongarse en el poder federal. Los panistas llegaron en 2000 con la promesa de consolidar la democracia, arraigada pulsión de los mexicanos durante más de un siglo de vigencia. Lejos de ese cometido inocularon, dentro del ya muy deteriorado sistema presidencial, las propias y pequeñas visiones. Sus ambiciones, desmedidas para sus cortos tamaños, van terminando en cerrados feudos de poder con tufos de sacristía.
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