Detrás de la Noticia
No, no es el que usted está pensando. Que, por lo demás, puede ser ejercido con una gran dignidad y gracia. Así que, por favor, seamos más respetuosos con las meretrices.
La ocupación a que me refiero es la que tiene que ver con la mayoría de los que trabajan en el ámbito de la política. Cuyo sentido de la dignidad se desgasta día a día por la realmente más vieja de las profesiones: la prostitución política.
Así que ya va siendo hora de mandar al diablo la vieja tesis de que tuvo que ser una mujer —seguramente primitiva— la que se convirtió en la primera hetaira, al ofrecer sus favores a algún hombre de Neanderthal a cambio de un fruto o trozo de caza. Y qué tal si el primer acto de deshonra no fue por mera supervivencia. Qué tal si se trató de un acto de poder atendiendo a esa otra acepción que, sobre la prostitución, tiene el diccionario: “Buscar o vender uno su empleo, autoridad, etcétera, abusando bajamente de ello por interés o por adulación”.
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