Mucho se ha escrito, se ha dicho y se ha manoseado en torno a la contingencia médica que ha trastornado la vida económica y social del país durante los últimos días, lo que seguramente traerá consecuencias importantes en el futuro –aunque no necesariamente negativas–, y digo esto recordando los sismos de 1985, con todo y la respuesta civil de solidaridad que se dio en esos días de tragedia, que terminó siendo un golpe irreversible para el estilo de gobierno autoritario y vertical que habíamos padecido por largos años. Lo que sucedió en 1988, y luego en 2000, no podría entenderse sin 1985.
Claro que ahora la situación es diferente; el pueblo que en 1985 salió a la calle de manera espontánea, a ofrecer su apoyo a los heridos, a los que habían perdido su hogar, a los que necesitaban ayuda, haciendo resaltar la pequeñez y la incapacidad de aquel gobierno para enfrentar la tragedia y sus propias responsabilidades, hoy se quedó en sus casas, sin saber qué hacer ante las noticias alarmantes que la televisión, los diarios e Internet propagaban.
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