Naomi Klein*
No todo marcha bien en la tierra de fans de Barack Obama. No queda claro exactamente a qué se debe el cambio de humor. Quizá sea el rancio olor que emana el último rescate bancario realizado por el Tesoro. O la noticia de que el principal consejero económico del presidente estadunidense, Larry Summers, ganó millones de dólares de los bancos y los fondos de cobertura que ahora protege de la re-regulación. O quizá comenzó antes, con el silencio de Obama durante el ataque de Israel a la franja de Gaza.
Lo que sea que haya sido la gota que derramó el vaso, un creciente número de entusiastas de Obama comienza a pensar en la posibilidad de que su hombre no va a salvar al mundo con el solo hecho de que todos nosotros estemos muy esperanzados.
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