Gloria Muñoz Ramírez
En Chiapas hay una alerta. A partir del 8 de mayo hay nuevos presos políticos zapatistas: uno, base de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y siete integrantes de la otra campaña. Todos ellos víctimas de una conspiración política del más alto nivel, que tiene como trasfondo el control oficial y privado de los lugares turísticos del estado, concretamente de las ansiadas cascadas de Agua Azul. En Chiapas hay un llamado urgente no sólo a mantenerse pendientes, sino a, desde ya, condenar la encarcelación de los ocho tzeltales sometidos a un proceso plagado de irregularidades: torturas, tratos degradantes, arraigos ilegales, falta de intérpretes y, finalmente, la inculpación de una serie de delitos (robo con violencia y delincuencia organizada) que en situaciones normales (¿o la normalidad es la injusticia?) jamás podrían comprobarles por la sencilla razón de que son inocentes y dos de los verdaderos culpables permanecen bajo custodia por las autoridades autónomas zapatistas.
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