El viernes 8 de mayo, en medio de la "crisis por la influenza" y con la intención de que pasara desapercibido, Agustín Carstens reconoció que el "catarrito" se convirtió ya en una formal recesión económica y que este fenómeno viene además acompañado por una mayor inflación; es decir, que el incremento en el costo de la vida continuará durante el presente año.
Por ello, la Secretaría de Hacienda consideraba desde ahora tanto para la Ley de Ingresos como para el Presupuesto de 2010 la posibilidad de incrementar impuestos, reducir gasto social y aumentar el endeudamiento público.
En otras palabras; si Felipe Calderón se convirtió en el "salvador de la humanidad" por sus medidas contra la "influenza porcina", el brillante titular de la Secretaría de Hacienda quiere convertirse en el "salvador de las finanzas públicas", eso sí, ambos sacrificando a la gente y a su economía.
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