miércoles, 10 de junio de 2009

Aguas con la guillotina

Alejandro Gertz Manero

La aristocracia burocrática del país, que alegre y despreocupadamente se reparte lo poco que queda del botín nacional, no quiere escuchar los pasos en la azotea que a diario golpean con persistencia el edificio cuarteado del poder público y de sus cómplices empresariales.

Esas clases privilegiadas que reciben sueldos de fantasía por no hacer nada y por equivocarse en todo, además, tienen el sacrosanto privilegio de la “pernada” económica que les permite adueñarse de las comisiones, los embutes, los contratos y las concesiones, sin importarles en lo más mínimo que los medios exhiban esa impudicia, ya que su signo es “tapaos los unos a los otros”, a través de contralorías, secretarías de la función o “disfunción” pública, auditorías superiores e “inferiores” y los “malos y pésimos” consejos de las judicaturas que fingen una rendición de cuentas que se reduce a casi nada, pero, en cambio, sí se utiliza como instrumento de persecución contra los “infieles” a los mandarines burocráticos, mientras el IFAI oculta todo lo que es verdaderamente importante y burocratiza hasta el infinito cualquier pregunta que les pueda ser incómoda.
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