MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Por supuesto que las averiguaciones penales sobre el incendio de la guardería ABC que hasta el mediodía del martes había causado ya 44 muertes deben establecer responsabilidades por la pérdida de esas vidas, pues los chiquitos perecieron quemados o asfixiados a causa de negligencias e impericias que no pueden ser pasadas por alto. Pero en el fondo de la dolorosa tragedia, está la subrogación de servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social, que deviene generalmente en negocios y ocasionalmente deriva en crímenes.
La subrogación no se practica sólo con guarderías. Se ha generalizado esa práctica en servicios médicos, que van desde revisiones de rutina hasta cirugías y rehabilitación. A veces, el IMSS subroga sus servicios a instituciones públicas para que atiendan a los derechohabientes allí donde no cuenta con instalaciones propias o no las suficientes. Pero las más de las veces la subrogación abre oportunidades para hacer negocios, sin duda para la empresa que recibe esa canonjía, y es de temerse que también para quien la otorga. Por ejemplo, el IMSS ha subrogado diversos grados y modos de atención médica a la empresa Amerimed, que opera en “destinos” turísticos de alto nivel, como Cabo San Lucas y Cancún . Se trata de contratos onerosos para la institución porque Amerimed brinda servicios a clientela pudiente. La subrogación no se ha traducido en mejor servicio, como lo indica la recomendación sobre salud emitida apenas el 23 de abril de este año por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Entre 2000 y 2009 se presentaron casi 12 mil quejas (11 mil 854) contra la administración federal de salud (la Secretaría, los institutos nacionales y las instituciones de seguridad social). Buena parte de esas quejas se originó en establecimientos subrogados, que no son supervisados adecuadamente ya sea por falta de estructura y personal para ese efecto, o porque éste se arregla con los entes supervisados para evitar rigores.
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