MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Por casualidad, el mismo martes 16 en que se difundió la noticia del gasto de por lo menos 150 millones de pesos (de una partida de 200 autorizada por la SEP al sindicato magisterial para gastos de comunicación) en un programa del SNTE en Televisa, las secretarías de Hacienda y de Educación invitaron a las universidades públicas del País a adoptar voluntariamente medidas de austeridad y ahorro. Por aquella coincidencia quedó claro, sin embargo, que antes que reducir el gasto universitario habría otras zonas de la vida pública que deberían ser afectadas, como el derroche practicado por Elba Esther Gordillo y el dispendio propagandístico de los partidos en una campaña electoral que ha logrado ya un gran éxito, al promover… la anulación del voto.
La Universidad Nacional respondió a ese pedido diciendo que no está en condiciones de ajustar su presupuesto. La apoyaron de inmediato sus profesores, los que se agrupan en la Asociación del Personal Académico de la UNAM, titular del contrato colectivo de trabajo respectivo, que había ya advertido contra algún intento de recorte presupuestal promovido desde el Gobierno federal con la proclama: Ni un peso atrás.
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