El paquete económico presentado por Felipe Calderón y sus Chicago Boys para 2010 constituye una sanguinaria venganza en contra de las mayorías. Si los votantes arrasaron con su pírrica legitimidad en julio pasado –los derrotaron y los sepultaron políticamente a mitad de su mandato debido a su desencanto ante los resultados alcanzados durante su reinado y los onerosos costos que pagan por sus obsesiones fundamentalistas, el desastroso manejo del colapso económico y fiscal del Estado– ellos, a su vez, con desparpajo y cínicas mentiras, pretenden cobrarles la afrenta enterrándolos con una avalancha de impuestos y aumentos de precios; el recorte indiscriminado del gasto público; la permanencia de los privilegios de la casta burocrática de los tres poderes de la Unión; un programa recesivo y perpetuador del estancamiento económico con alto desempleo y la contención de los salarios reales; la profundización de las contrarreformas estructurales neoliberales. La revancha es hundiéndolos más en la pobreza y miseria.
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