MÉXICO, enero 11, 2010.- En las últimas semanas, dentro y fuera del país, se han recrudecido las críticas en torno a la guerra que sostiene el gobierno mexicano contra el narcotráfico y en algunas de ellas se desliza una sospecha: Que el presidente Calderón no estaría combatiendo a todos los grupos de delincuencia organizada con la misma intensidad, por lo que algunos estarían siendo beneficiados con esa campaña armada.
Una de las más recientes críticas contra la estrategia de Calderón es el artículo "Organised crime in Mexico, Outsmarted by Sinaloa" publicado la semana pasada por el diario británico The Economist, donde destaca las acusaciones vertidas contra Calderón ante las sospechas de que ha abrigado a Joaquín "El Chapo" Guzmán, líder del cártel de Sinaloa, y de acuerdo con la revista Forbes, uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.
El rotativo británico cita a Edgardo Buscaglia, abogado y economista del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), quien asegura que a pesar de que el Cártel de Sinaloa (liderado por El Chapo Guzmán) es responsable de casi 45% del comercio de droga en México, de las 53,174 personas arrestadas por estar relacionadas con el crimen organizado, sólo 941 están asociadas al cartel de Sinaloa.
Un oficial consultado por el medio especializado disputa esos números y destaca que muchos familiares cercanos a Ismael Zambada, la segunda cabeza del Cártel de Sinaloa, fueron arrestados por cargos relacionados con drogas el año pasado; sin embargo, The Economist destaca que la ofensiva del gobierno parece haber caído sobre todo en otros grupos delictivos.
Ejemplo de la afirmación anterior son los golpes que se han asestado en contra del cártel de los Arellano Felix, se ha dividido en facciones de guerra luego de que seis de sus siete hermanos fundadores fueran capturados o asesinados; las detenciones de líderes de la Familia Michoacana y la reciente muerte de Arturo Beltrán Leyva, quien lideraba la organización de los Beltrán Leyva y era considerado uno de los principales enemigos de El Chapo Guzmán.
"En el juego de la suma de cero del comercio de la droga, una pérdida para uno representa una ganancia para el otro. El debilitamiento de los traficantes locales en Tijuana y Ciudad Juárez ha permitido a Sinaloa acrecentar su fuerza y presencia a lo largo y ancho de la frontera norte del país. La muerte del señor Beltrán podría animar al señor Guzmán", sostiene el rotativo.
Ante esas acusaciones, el oficial consultado por el periódico responde que los oficiales insisten que no hay vuelta a atrás a la vieja práctica en la cual el gobierno mexicano se hizo de la `vista gorda´ siempre y cuando las bandas de narcotraficantes actuaran con discreción. Si Sinaloa ha sido golpeada menos duro, es porque opera de manera diferente. Se ha pegado a acciones de "transacción" en vez de utilizar métodos "territoriales".
Otras bandas delictivas tales como La Familia y Los Zetas, un particular y muy violento equipo de antiguos soldados, comenzó a controlar las ciudades y a diversificar su forma de extorsión y secuestros. Cuando el gobierno desplegó tropas a cuidar las calles, son estas bandas con las que se encontraron, agregó el oficial.
Finalmente, The Economist sostiene que tres años después de las medidas energéticas y las violentas guerras entre las bandas que esto ha provocado no dan muestras de disminuir y que algunos analistas ven un paralelismo con Colombia, cuando el gobierno de ese país persuadiera a Pablo Escobar y a sus compinches en Medellín mientras que únicamente actuaron contra el grupo de Cali. (El Semanario Agencia, ESA)