La muerte de José Eduardo Moreira provocó la rección de los columnistas del estado de Coahuila. Aristegui Noticias seleccionó algunos de los textos que abarcaron el asesinato del hijo del ex gobernador Humberto Moreira.
Las corporaciones siguen penetradas
Editorial
Vanguardia
Editorial
Vanguardia
De acuerdo con los datos dados a conocer por las autoridades estatales, las investigaciones en torno al asesinato de José Eduardo Moreira apuntan fundamentalmente en una dirección: que habría miembros de la policía municipal de Acuña implicados en el secuestro y asesinato del funcionario del gobierno estatal.
Que tal hipótesis sea cierta representa un mensaje sumamente desalentador para todos, pues ello implicaría que la corporación policial de Acuña, pese a todo lo dicho hasta ahora, sigue penetrada por las organizaciones criminales y es a los intereses de éstas a los que sirve.
Pero no se trata solamente de la policía de Acuña, por supuesto. Porque resulta muy difícil creer que la corporación de aquel puerto fronterizo es una excepción, que sólo allí la criminalidad ha logrado sostener sus intereses por encima de los de la sociedad. Leer la columna completa de Vanguardia
Coahuila hule a podrido
Arturo González
El Siglo de Torreón
Arturo González
El Siglo de Torreón
Impunidad, corrupción y violencia. Esas tres palabras definen en buena medida la historia de los últimos seis años en Coahuila. En ese tiempo, el de la era Moreira, la deuda pública del estado se ha multiplicado de forma hasta ahora injustificable; los impuestos hacia la población se han incrementado para solventar los excesos de las autoridades; los delitos han proliferado sin que ninguna estrategia gubernamental pueda detenerlos, y el crimen organizado se ha infiltrado en las instituciones y se ha apoderado del espacio público, golpeando con su estela destructiva a la población en general.
La inseguridad y la violencia no empezaron en Coahuila la noche del miércoles 3 de octubre pasado, con el homicidio de José Eduardo Moreira Rodríguez. Comenzaron mucho antes con el arribo de grupos criminales que en principio tenían el objetivo de controlar las rutas del narcotráfico y posteriormente los crecientes mercados de consumo de drogas en las ciudades. Luego, debido a la ruptura de antiguas alianzas entre bandas, al combate torpe e ineficaz de los últimos gobiernos federales, a la creciente rivalidad de los cárteles y a la omisión, negligencia o complicidad de autoridades estatales y municipales, la delincuencia organizada incrementó su potencial de violencia y diversificó sus actividades.Leer la columna del Siglo de Torreón
Crisis de seguridad
Zitamar Arellano
Zócalo de Saltillo
Zitamar Arellano
Zócalo de Saltillo
Recuerdo con nitidez una discusión en la que Humberto Moreira, como Gobernador, argumentaba que si el Gobierno Federal quería pasar mayores atribuciones a los Estados para combatir la delincuencia, tendría que entregar, entonces, mayores recursos. Era, de entre sus argumentos sobre el combate a la inseguridad, uno que usaba con frecuencia.
En lo personal siempre opiné que era una evasiva del Gobernador para no responsabilizarse de la inseguridad. Simple y sencillamente no quería ocuparse de esa obligación suya. Vimos en Coahuila cómo creció la delincuencia frente a sus ojos. Humberto Moreira se dedicó a criticar a Felipe Calderón y su guerra contra la delincuencia, en lugar de sumarse al combate, como lo ha intentado su hermano Rubén.Leer la columna completa del Zócalo de Saltillo
Tiempos de concordia
Gerardo Hernández
Milenio
Gerardo Hernández
Milenio
En ambientes infectados de odio, rencor y venganza, todo es posible. El país paga con baños de sangre, inocente mucha de ella, años de abandono y renuncia, de las autoridades y la sociedad, a valores éticos y principios que deben regir la vida pública y privada si se quiere una convivencia ordenada, pacífica y civilizada. Lo más cómodo de los problemas es evadirlos, maquillarlos, mirar hacia otro lado, culpar al contrario. Sin embargo, los costos de la incuria son demasiado elevados y sus intereses, de usura.Cuando de la descomposición, de cuya espiral violenta ahora todo el mundo es presa, asomaban signos irrefutables, ominosos, Miguel de la Madrid propuso en 1982, durante su campaña por la Presidencia, la “renovación moral de la sociedad”. El llamado resultaba pertinente, pero era el gobierno, la clase política, el que debía predicar con el ejemplo, transmitirlo a la sociedad civil, y no al revés. Por no responder a esa lógica elemental, la corrupción, en lugar de extirparse, se expandió. En ese clima, la delincuencia organizada halló campo fértil.
El asesinato de José Eduardo Moreira Rodríguez, hijo del ex gobernador Humberto Moreira y sobrino de quien le sucedió en el cargo, ocurre en un contexto de animadversión política y angustia social por varios factores: disputa por el poder, escalada de violencia e impunidad en diversos temas. Coahuila jamás había afrontado una situación semejante. El país tampoco, pero son nuestras comunidades las que en principio deben preocuparnos. Aquí vivimos y tenemos nuestros sueños. Leer la columna completa de Milenio
Sin excepción
Leopoldo Ramos
El Diario de Coahuila
Leopoldo Ramos
El Diario de Coahuila
Al final Humberto Moreira fue víctima de la guerra atroz que criticó de manera reiterada durante su gobierno. Como gobernador, el profesor nunca estuvo de acuerdo en el despliegue policiaco y militar que desde el inicio de su administración dispuso el presidente Felipe Calderón.
Denunció la falta de estrategia federal para combatir al crimen organizado. “Se espantó al avispero sin una planeación, sin saber la magnitud del daño que habría para los ciudadanos”, repitió en entrevistas.
A su juicio, no se trataba de permitir la impunidad, pero sí, primero, de preparar a las autoridades para enfrentar al crimen con eficacia, sin las miles de muertes y el derrame de sangre que no cesan. Leer la columna completa de El Diario de Coahuila
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