El primero de octubre fue el último día de vida de Benita Valdez Ruiz de 38 años. Recibió al menos cinco balazos calibre .40 y se sumó a los 118 asesinatos de mujeres en lo que va del año.
Hasta ahora se sabe que su único pecado fue tener comunicación constante con su hijo internado en el penal del Topo Chico.
Pero es que hoy en día el crimen organizado mata a las madres que saben demasiado.
Inofensiva, es día llevaba un recipiente con comida en una mano y en la otra una sombrilla.
Inofensiva, es día llevaba un recipiente con comida en una mano y en la otra una sombrilla.
Estaba parada en la calle Tepeyac de la colonia Independencia para tomar un taxi y llevarle de comer a su hijo al penal.
Eran las 13:30 y a plena luz del día se escucharon siete balazos, cinco de ellos la impactaron y la comida para su hijo quedó regada en el piso.
Ocho días después del asesinato de Benita, el 9 de octubre, Arely Saraí Montelongo Flores y su prima Jeniffer Rodríguez Flores, ambas de 16 años, fueron encontradas asesinadas con obvias muestras de tortura.
Desaparecieron el domingo 7 de octubre de una fiesta en Saltillo, Coahuila.
Fueron golpeadas con saña extrema, le sacaron los ojos a una de ellas y ambas fueron estranguladas.
Las encontraron en el desagüe del kilómetro 34 de la carretera, ya en terrenos de Nuevo León.
¿Qué pudieron hacer dos menores para que los delincuentes las asesinaran con esa saña?
Hoy las investigaciones indican que la mujer participa muy activamente en el narcomenudeo, que en un principio los narcotraficantes pensaron que podían ser vistas con menos sospecha por la autoridad y por sus enemigos de cárteles contrarios.
¿Qué pudieron hacer dos menores para que los delincuentes las asesinaran con esa saña?
Hoy las investigaciones indican que la mujer participa muy activamente en el narcomenudeo, que en un principio los narcotraficantes pensaron que podían ser vistas con menos sospecha por la autoridad y por sus enemigos de cárteles contrarios.
Pero también hay muchos casos que muestran cómo el hecho de relacionarse con delincuentes o de saber demasiado sobre quiénes están dentro de la actividad es suficiente para que los criminales las consideren presa fácil y atenten contra ellas.
También, que por ello muchas sufren una muerte violenta sin haber pertenecido a un cártel o haber defraudado la confianza de alguien, sino simplemente por estar a la hora y en el lugar equivocados.
O por confiar en sus propios parientes o hijos cuando éstos han estado relacionados a bandas del crimen.
Y un factor determinante también es la trata de personas porque en su búsqueda por hacer dinero ilícito, muchos delincuentes han empezado a hacer negocio con la prostitución, actividad que genera que los criminales piensen que las mujeres que trabajan para ellos son su propiedad, su materia prima.
Los números son impresionantes. Entre el 2000 y el 2008 el número de asesinatos de mujeres fluctuó entre 15 y 20 por año, según estadísticas de la Asociación Civil Arthemisas por la Equidad.
Pero entre 2008 y 2009 el aumento fue exactamente del 100 por ciento y de 20 asesinatos Nuevo León pasó a 40.
Para 2010 el aumento fue del 85 por ciento. Y de este año para 2011 el aumento fue exponencial, mayor al 300 por ciento respecto al 2011 y del 500 por ciento respecto al 2010.
Fueron 221 asesinatos de mujeres el año pasado.
Fueron 221 asesinatos de mujeres el año pasado.
En lo que va de este año son 118 homicidios, pero en el estado continúa sin existir la figura del femenicidio en el Código Penal.
¿Y la figura del femenicidio?
El asesinato de mujeres por cuestiones de género también va en aumento en la entidad, aún cuando no existe la figura del femenicidio.
“El hecho de que no exista el nombre del delito en el Código Penal, no quiere decir que la autoridad estatal a través de su Procuraduría, o de los juzgados, deje impune a la persona que comete un delito”, dice Aixa Alvarado, directora del Centro de Justicia Familiar (COPAVIDE).
“Hoy, por ejemplo, no está tipificado el delito todavía en Nuevo León de feminicidio, pero es un homicidio. El feminicidio es un homicidio por razones de género”, explica Aixa.
“Porque eso implica que haya un poder sobre las mujeres o sobre las niñas, y que esa persona, el sujeto activo, la persona agresora, la persona que la asesina considera que tiene derechos sobre esas mujeres víctimas” agrega Aixa.
De las 31 entidades federativas del país, sólo 16 de éstas cuentan con la tipificación del Feminicidio en sus leyes.
Lo que le permite llevar un registro en la clasificación de homicidios dolosos por causas de género.
Y Nuevo León aún está lejos de entrar a ésta lista de estados a pesar de que tiene un alto índice en los homicidios dolosos hacia la mujer.
En febrero de 2012 la asociación Arthemisas por la Equidad presentó ante la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, una declaratoria de Alerta de Género para el tema del feminicidio.
Sin embargo no se logró. El sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres la negó.
Para Aixa Alvarado, directora de COPAVIDE, el proceso de tipificación es algo que tarde o temprano tendrá que legislarse.
“Y no es de si te gusta o no te gusta, se va a legislar porque se tiene que llegar a eso”.
El problema es que sin una ley de por medio, el gobierno no puede clasificar esa información en su base de datos.
El feminicidio viene de una desviación de la cultura que va más allá de los asesinatos misóginos y de odio a la mujer, porque también es sexista.
El feminicidio sexista se origina por el sentido erróneo de que algunas personas creen tener derecho a hacer daño a otras.
A que los hombres se sienten superiores que las mujeres al suponerse propietarios de las señoritas.
Esta tipo de violencia incluye también la trata de personas al sentirse con el derecho de apropiarse de ellas sujetas a la explotación sexual o laboral.
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