Jorge Lara Rivera
Si bien las grandes lluvias han provocado estropicios en buena parte de la República, la vorágine política que trajo consigo el brusco sacudón que Alejandro Martí diera a los gobernantes y políticos de cualquier orden del Estado a raíz de la ejecución de su hijo secuestrado, y la masiva reprobación social que en materia de seguridad pública recibiera de los ciudadanos el régimen actual, a través de la ‘megamarcha’ organizada por la COPARMEX, parecen ocasionar también algunos estragos.
Y es que al régimen no ha dejado de lloverle. Primero vino el chubasco frío del anuncio de un paupérrimo crecimiento de la economía del país que preludia más miseria, más necesidad y por ende más crispación social y sus riesgos...
Le siguió la baja de los precios internacionales del petróleo que repercute en el presupuesto nacional y en los excesos que se permite Agustín Carstens con su lujoso estilo que lo lleva a blindar sus oficinas (pues para él sí alcanzaron los excedentes millonarios de los precios del petróleo).
Luego la exacerbación de la violencia manifiesta en ataques a instalaciones policiales y militares y un aumento en la saña y número de las ejecuciones (de los que a Yucatán le quedó clara constancia).
Hace sólo días el pájaro de cuenta que es el Arzobispo Primado de México, cardenal Rivera Carrera, arremetió contra la Suprema (Corte) por su decisión en torno al aborto y de paso criticó el ambiente de inseguridad. Y es que la oligarquía ha cerrado filas para presionar acciones eficaces.
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