Tribuna Campeche
Editorial M U N D O
Manú DORNBIERER
Al ingeniero Jorge Díaz Serrano, director de Pemex de diciembre de 1976 a junio de 1981.
En el discurso del 31 de agosto de 2008 en el Monumento de la Revolución frente a la multitud de patriotas convocada para defender el petróleo de México contra la privatización, el presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador informó:
“En diciembre de 2004, Pemex solicitó a la Secretaría de Hacienda una autorización por 207 millones de dólares para la adquisición de un buque tanque petrolero. Meses después pidió una ampliación presupuestal para la misma operación por un total de 507 millones de dólares, 300 más de lo presupuestado originalmente.
Como la Secretaría de Hacienda tardó en autorizar la operación, no obstante no contar con suficientes recursos presupuestales, indebidamente los funcionarios de Pemex publicaron la licitación tomando recursos de un Fideicomiso de Pemex en Nueva York, que contiene dinero destinado al pago de Pidiregas, de las deudas de Pemex.
En un principio la licitación era para la operación y el mantenimiento de un buque tanque, pero Pemex terminó adquiriendo uno usado con 28 años de antigüedad. El barco japonés fue bautizado con el nombre del ‘Señor de los Mares’, que había sido reconfigurado para transportar hidrocarburos, pero no cumple con las normas internacionales de seguridad.
En los informes financieros de la empresa que vendió el barco, la noruega Bergensen, El Señor de los Mares aparece con un valor nominal y en libros de 227 millones de dólares. La Auditoría Superior de la Federación cotizó el valor de diversas barcos con características similares al barco en cuestión y encontraron precios de alrededor de 230 millones de dólares.
Sin embargo, Pemex acabó pagando mil 135 millones de dólares por toda la operación: 758 millones de dólares por la compra del barco y 377 millones más para su mantenimiento. Pero lo más escandaloso del caso es que del dinero destinado al barco, 346 millones 500 mil dólares fueron para ‘gastos administrativos’. O sea, que erogaron más en los trámites que en el barco mismo que tuvo un costo neto de 266 millones 600 mil dólares según la propia información de Pemex. Para colmo, los auditores encontraron que China vendió en 2007 un buque tanque nuevo a la empresa Conoco-Phillips, definido como ‘el más grande construido en China y uno de los más grandes del mundo’, a un precio de 230 millones de dólares. Por ‘El Señor de los Mares’, repito, Pemex pagó 527 millones de dólares por encima de su precio. Este es el tamaño de los negocios inmorales que hacen los panistas en Pemex”.
“Los próximos 20 días serán cruciales para la aprobación de la reforma de Petróleos Mexicanos”, dice el director de Pemex Jesús Reyes Heroles, quien está en la cuerda floja por su apasionada y jugosa entrega a los lacayos del neoliberalismo Felipe Calderón y Vicente Fox, La Madrid, Salinas y Zedillo, en bambalinas. Pero ni por eso mide sus palabras Reyes (no tan Heroles): Calificó de “irrisorias” las acusaciones de López Obrador. A ver si su risa no se convierte en amargo rictus si va dar a prisión porque a la Auditoría Superior de la Federación no le quedaron claras sus abultadísimas cuentas, hermanadas a las del ex director de Pemex Luis Ramírez Corzo y a las de Carlos Morales, titular de Pemex Exploración y Producción tanto en el gobierno de Fox como en el del espurio ¿accidentado?
Y es que el contrato para adquirir un viejo barco cisterna japonés, “El señor de los mares”, construido hace 25 años y reconvertido en fábrica mezcladora de crudos por la naviera noruega Bergesen Worldwide Ltd., lo firmó él mismo Reyes H. con sus “manos sucias del PAN”, diría José Reveles, quien en su libro de 2006, recordemos de paso, pescó a la secretaria de Desarrollo Social de Fox, Vázquez Mota ¡actual titular de Educación! robando dinero del rubro 33 (de los más pobres) para campañas del PAN.
Los poderosos han abusado de Pemex impune y descaradamente, pero en los últimos ocho años. son los panistas los peores Hay que aplicarles la frase de Barak Obama para los republicanos Eight is enough, ocho es bastante. No respetan la Constitución y no recuerdan que han jurado que “Si así no lo hiciera, que la nación me lo demande”. Hoy más de la mitad de la población demanda que Calderón no la viole entregando Pemex. No pide su derrocamiento, como gritan ignorantes nacos panistas. Se derroca a un rey. A un mandatario, a un empleado del pueblo que no sirve, se le retira el mandato, se le revoca, como sabe el admirable indio aymara, Evo Morales, Presidente boliviano elegido en las urnas y refrendado por su pueblo en reciente referéndum que él propició. A ver ¿ por qué no hace lo mismo Calderón dada la situación siniestra en que ha hundido a México?
En fin, aunque estamos en época de la mayor y más cínica impunidad que se haya visto y Reyes Heroles es sin duda el encargado de negocios petroleros panistas, le hará bien recordar el nombre del que ocupó hace 30 años su hoy prostituido puesto, el ingeniero Jorge Díaz Serrano.
El 9-7-1983, Jesús Ceberio, escribía un artículo en el diario español “El País”, del que entresaco algunos párrafos:
“Jorge Díaz Serrano, padre del petróleo mexicano, el ingeniero brillante que en cuatro años convirtió a México en la cuarta potencia petrolífera mundial, que triplicó su producción y multiplicó sus reservas por 10 y garantizó el oro negro para más de medio siglo, es hoy apenas un senador en capilla, acusado en los periódicos de ladrón y estafador, que muy pronto será desposeído de su inmunidad parlamentaria para pasar a la cárcel. El último 29 de junio fue informado de que la Procuraduría de la República había presentado contra él cargos formales por un fraude de 34 millones de dólares... Creador de, por lo menos, cuatro empresas privadas vinculadas con el mundo del petróleo, Díaz Serrano tuvo siempre cierta debilidad por el poderoso vecino del Norte, del que admira su eficacia y su modelo de vida. Esta fue la razón de que su nombramiento como director general de Pemex, en diciembre de 1976, fuera mal recibido en los medios nacionalistas mexicanos, recelosos siempre ante una excesiva dependencia de Estados Unidos. A favor de su designación había tres argumentos: era tan inmensamente rico que no necesitaba echar mano de los fondos públicos para aumentar su cuenta corriente; como empresario privado había demostrado una eficacia que faltaba en la industria estatal del petróleo, y por encima de todo, era amigo personal del nuevo presidente”.
Eran tiempos en México en que el gobierno priísta se vestía aún “de izquierda” y JDS tenía la desventaja de haber sido empresario. Pero ya el derechismo neoliberal había comprado a los falsos izquierdistas, Carlos Salinas, cerebro del que sería heredero de López Portillo, Miguel de la Madrid. Irónicamente, en nombre de “la izquierda” éstos falaces gritaban contra el empresario porque tenía un defecto insuperable: era nacionalista como lo mostró su obra: En sus poco más de tres años inauguró dos refinerías Salina Cruz y Tula, desarrolló el grandioso Cantarell (que Fox arruinó), organizó la petroquímica, aumentó la producción de tres a 10 millones de toneladas. Se estaban instalando 12 plantas para llegar los 20 millones. Cangrejera y Pajaritos eran los complejos petroleros más grandes del mundo, con alta tecnología del Instituto Mexicano del Petróleo (desmantelado por el PRIAN). Había industria petroquímica pública e privada sin conflicto. Las gasolinas se limpiaban de plomo, etc. Los resultados fueron históricos y son comprobables.
Pero Díaz Serrano les estorbaba para sus planes. Había que minar, disminuir, destruir a Pemex para que hubiera motivo para deshacerse de la empresa y venderla con inmensas ganancias como hoy pretenden.
Para quitárselo de encima y de paso vengarse porque le había disputado la Presidencia, La Madrid-Salinas-Bush ordenó en julio de 1983 a la Cámara de Diputados el desafuero del en ese momento senador por Sonora. Ya sin fuero, lo encarcelaron y le quitaron todos sus haberes, acusado de haber inflado los precios en la compra de los barcos Abkatum y Cantarell. Cinco años después lo liberaron sin sentenciarlo, ya que a pesar del tiempo no encontraron elementos para mantenerlo en prisión... Pero, yo sé, que la única beneficiaria fue Alicia López Portillo cuyo hermano el presidente le había encargado a Ignacio de León, funcionario de Pemex “algo para su hermanita”. Por azares del destino De León enfermó de hepatitis y no pudo firmar el contrato aquel. Lo llevaron a casa del director de Pemex porque urgía. Presencié los hechos. Merendaba esa tarde con mis queridos amigos Jorge y Helvia Díaz Serrano.
Bernardo Bátiz decía en un artículo reciente que si López Obrador despachara ahora en Palacio Nacional, dos nuevas refinerías estarían a punto de inaugurarse y nuestro país no estaría dividido. Pero nuestro país, Bernardo, privilegia a los canallas, a la impunidad, a la corrupción, al fraude de cualquier tipo. Si hace 25 años los diputados, no hubieran desaforado a JDS, como premio por su obra en Pemex, no seríamos hoy el país con menor crecimiento de América y a punto de perder, si esta Legislatura es tan vil como otras, el petróleo. No seríamos Irak a las puertas del imperio, detrás del muro del patio trasero, con miles de ejecutados, desaparecidos, secuestrados, con hambre, sin empleo, un país que está padeciendo una guerra civil. Río revuelto terriblemente empobrecedor en todos aspectos para mejor ganancia de inicuos pescadores neoliberales.
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