Prólogo Político
Alvaro Cepeda Neri
En el programa de radio En la mira, con Eduardo Andrade, la noche del último día de julio, estuvo como invitado Diódoro Humberto Carrasco Altamirano (paisano del arbitrario Ulises Ruiz, desgobernador de Oaxaca) y quien en su sexenio (con persecución de guerrilleros, me refiero a Carrasco –aunque bien puede ser Ulises– lo hizo al margen de la ley) se mandó construir una pista de aterrizaje en su hacienda, para bajar y despegar avionetas.
Carrasco, desde sus antecedentes familiares, fue priísta de (casi) toda su vida de éxitos político-burocráticos hasta culminar efímeramente como secretario de Gobernación, tras haber sido senador y desgobernador oaxaqueño. Y cuando ya no le dieron “hueso” traicionó al PRI y, apadrinado por la maestra Gordillo, muy listo (aunque a veces se pasa de listo) en lugar de afiliarse al Panal lo hizo al PAN.
Los panistas lo recibieron con pinzas (no confían en él, pero Diódoro se sigue haciendo ilusiones de volver a Gobernación) y lo han utilizado como punta de lanza, sabedores que Carrasco, como ya conoció al Leviatán, tiene los antídotos para transar con los priístas, sus antiguos compañeros de viaje.
Desde siempre un saltimbanqui (“persona veleidosa que cambia fácilmente de partido”, me sopla don Francisco J. Santamaría y doña María Moliner) no tuvo el menor reparo en convertirse al panismo. Y tras hacerse millonario, pequeño burgués, sus intereses están con la derecha conservadora. Aunque como va el PRI con sus intentos de Ave Fénix, no tendría empacho en regresar, desertar del PAN, de la mano de Liébano Sáenz (éste gestor de Televisa y hacedor de encuestas a la medida).
Los entrevistadores le hacían preguntas para que el ex priísta se luciera; pero, como el programa tiene retroalimentación con las llamadas telefónicas, le llovieron críticas al por mayor a quien con la camiseta panista sigue hablando como priísta. Incluso hasta deslizó velada crítica a Calderón (quien se supone es su jefe político) y cuando le refrescaron la memoria sobre una crítica del inquilino de Los Pinos, a lo que Carrasco defendía, éste, muerto de risa, se defendió saliéndose por la tangente, al asegurar que no había tenido el menor indicio de ese discurso presidencial.
Carrasco Altamirano será panista de conveniencia (el interés tiene pies) pero continúa “caminando como pato, grazna como pato y nada como pato”, luego es un priísta infiltrado en las filas azules, porque derechista en el PAN lo era también en el ala diestra del tricolor.
Igual que cuando fue echeverrista, luego salinista (CSG lo hizo gobernador) y después zedillista para a cambio de sustituir a Labastida en Gobernación, dejar como sucesor en el trono oaxaqueño a Nelson Murat y éste a Ulises Ruiz, en una cadena de encubrimientos.
Muy neopanista, pero Diódoro les guiña el ojo a sus antiguos compañeros de viaje y con los que está a partir de un piñón para seguir aprobando las contrarreformas, como priismoempanizado. Y es que para Carrasco es lo mismo ser panista que priísta o “al revés volteado”.
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