Por: Paty letras
Explorar las fronteras entre deporte y violencia
Como parte del cuarenta aniversario del movimiento estudiantil del 68, se presenta la obra Olimpia 68 de Flavio González Mello, dirigida por Carlos Corona, en el Salón Juárez del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
Con esta puesta en escena se propone una reflexión sobre la masacre estudiantil por medio del festejo olímpico, en el que se contrastó tanto la represión como el sentimiento festivo. La celebración será un intento por cubrir lo sucedido y una búsqueda constante del olvido.
El título de la obra hace referencia a dos realidades; aquella que corresponde a las olimpiadas; pero también la que alude al batallón Olimpia, cuerpo organizado por el gobierno para detener a los dirigentes del movimiento, caracterizado por portar un guante blanco.
Cada uno de los personajes albergará una tragedia: un oriental que ha vivido en carne propia la injusticia; una africana que teme que su destino cambie por una décima de segundo; una alemana que padece las consecuencias de una nación dividida; una japonesa embarazada de su entrenador; un mexicano que finge sentir antipatía por todo lo relacionado a la política o al movimiento estudiantil para poder llevar a cabo una venganza. Todos ellos se encontrarán reunidos en la capital mexicana para cumplir su sueño olímpico.
Paralelamente al entorno deportivo se presenta un ambiente de represión, encabezado por una autoridad ciega e incomprensiva (árbitro y halcones), que no da más que explicaciones sin sentido y somete de manera arbitraria a todo aquel que cuestione su proceder.
Los disparos que establecen el inicio de las competencias determinan el triunfo de algunos, pero la derrota para otros: el final del sueño. Para quienes no llegan a su objetivo, el anhelo desvanece con la emisión del arma al igual que los estudiantes la tarde del 2 de octubre. La crisis deportiva será así, la crisis de un país; el desequilibrio de una sociedad.
Al principio y al final de la obra se aprecian globos negros y blancos. Los primeros por los estudiantes caídos en la lucha y los segundos, por la esperanza que se tiene en dejar atrás la crisis, que no sólo se vive en el país, sino en el mundo entero.
Este ejercicio escénico intenta explorar las fronteras del tiempo, ya sean, políticas; idiomáticas o deportivas por medio de un humor inteligente. Es la muestra de una perspectiva posterior a los acontecimientos, dado que el autor apenas contaba con nueve meses de nacido. Es una exploración hecha por y para la generación post 68.
Uno de los objetivos de los juegos olímpicos es zanjar las diferencias políticas por medio del deporte, sin embargo, no se pudo ocultar la realidad de una nación desgarrada y un mundo decadente en las olimpiadas de 1968.
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