A Ocho Columnas
En busca de “una revalorización educativa”, las autoridades estatales pactaron con los alumnos de la normar rural de Durango para que éstos “cambiaran”, dejando de lado su filiación ideológica, con la promesa de mayores apoyos e incrementos al presupuesto anual. Sin embargo, hoy la escuela que alberga a 400 becarios se encuentra en malas condiciones de infraestructura y mobiliario
Yenise Tinoco / Julio César Hernández, fotos / enviados
Canatlán, Durango. Una enorme y regia fachada amarilla recién pintada oculta instalaciones deterioradas, módulos de producción destruidos y dormitorios dañados en la Escuela Normal Rural José Guadalupe Aguilera. En ésta, estudian becarios provenientes de cinco estados del país; todos, de condición humilde, de padres obreros y campesinos.
Ubicada en Santa Lucía, comunidad de Canatlán, a una hora de Durango, la Normal Rural acoge en sus instalaciones a 400 estudiantes que cursan las licenciaturas en educación primaria y en secundaría con especialidad en telesecundaria; cuenta con un presupuesto anual de 8 millones de pesos, manejado en su totalidad por la Secretaría de Educación del estado.
Una gran extensión de jardines da la bienvenida a la escuela, asentada en terrenos de la exhacienda de Santa Lucía, cercenada hace una década para construir la carretera Panamericana Durango-Chihuahua. La escuela cuenta con una extensión de 650 hectáreas.
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