miércoles, 1 de octubre de 2008

Negociación o crisis



Luis Linares Zapata

El llamado a la unidad hecho por el señor Calderón se acercó al borde de un abismo: ese territorio que, en circunstancias diferentes y para evitarlo, se pavimenta con legitimidad y empatía entre el poder y sus mandantes. Una facción del priísmo, quizá la dominante en el Congreso, acudió presurosa a Los Pinos para tratar de darle referente a modo. Ambos bandos dijeron que sólo hablaron de seguridad. Pero, en el fondo y a los lados de ese trasiego en palacio, todos salieron con la certeza que dan las alianzas renovadas. Los intereses de los grupos de poder quedaron trenzados, una vez más, para dar continuidad del modelo en boga.

Los demás temas, para reconfirmar lo ya bien sufrido, quedaron flotando en la indefinición de estos borrascosos tiempos de titubeos, ausencias y torpezas. Sólo se oyen los ecos del oficialismo burocrático dando seguridades de reciedumbre, blindaje le llaman, del aparato financiero-bancario del país. Las quejas y lamentos de una población angustiada y en la desesperanza casi completa no alcanzan los decibeles para hacerse oír por los controladores de arriba.
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