Los órganos jurisdiccionales en el país tienen una credibilidad acotada, pero hay casos de escándalo que llaman a indignación cuando se desnaturaliza el uso de la ley y desparece por entero el mínimo de la ética pública. Me refiero al caso del Tribunal Superior de Justicia de Tlaxcala, que representa un caso que pone de relieve que el pasado sigue en esa entidad gozando de cabal salud. Veamos por qué.
Por Ernesto Villanueva
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