Ricardo Andrade Jardí
Desde la imposición chatarra del usurpador telecrático la caída es absoluta. De entre 20 y 40 ejecutados son el saldo diario de la pretendida guerra contra el crimen organizado, que no es otra cosa que una falacia de los grandes capos, los de traje y corbata que inundan la mediocridad institucional mientras hinchan sus bolsillos con las limosnas que reciben por rematar la patria al empresariado chatarra local y la rapacería de las trasnacionales. Hemos llegado a la Navidad de 2008, con un país que se convirtió en todo lo que el empresariado chatarra vendía y vociferaba para que no se votara por AMLO, hoy somos el país más peligroso y más violento del continente, los niveles de analfabetismo se reproducen por centenas, en lugar de reducirse y hay francas zonas del país donde lo único que gobierna es la violencia; el sindicato de maestros reparte camionetas comprando conciencias y cientos de miles de niños no pueden matricularse en el sistema público educativo porque simplemente nadie ha pensado en ellos. Funcionarios incapaces que reciben millonarios salarios y trabajadores "productivos" obligados a hacer tres turnos para poder mantener su alarmante nivel de pobreza; banqueros que brindan con los recursos públicos, con los que se rescatan sus negocios y miles de negocios familiares que se cierran para poder pagar las deudas privadas de esos banqueros que, alarmados, especulan con la pasividad de un pueblo que se sienta a ver un baile por un sueño mientras sus hijos se aproximan peligrosamente a los callejones sin salida de la enajenación neoliberal.
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