MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Ante los efectos de la crisis global, y los impactos autóctonos, los que surgen de las contrahechuras de la economía mexicana, el gobierno federal escogió no una estrategia que permita eficazmente combatirla, sino una que parezca que la combate. Eligió la ruta de la simulación, y contó para ello con las "fuerzas vivas de la sociedad".
Por eso no quiso emitir, al modo en que lo hizo en octubre, un programa gubernamental de auspicio a la actividad económica, sino que le dio la apariencia de un acuerdo y así lo denominó y presentó: Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo. A diferencia del firmado el 21 de agosto, referido a la seguridad, la justicia y la legalidad, en el suscrito el 7 de enero no hay un listado de compromisos de los firmantes. Cuando más, expresaron su adhesión o su apoyo al programa del Ejecutivo, resumido en cinco ejes que de pronto, sin mínima conciencia de la ingeniería, se trasmutaron en otros tantos pilares, integrados a su vez por un total de 25 medidas.
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