Rogelio Ramírez de la O
Las omisiones exhibidas por el gobierno mexicano lo ponen a una enorme distancia de la realidad global y en particular de su socio principal, Estados Unidos.
México fue aparentemente sorprendido por la nueva ley agrícola de Estados Unidos, aun cuando ésta se emitió desde el año pasado. Su nueva exigencia es que los productos importados de carne, frutas secas y otros agrícolas tengan una etiqueta que muestre su origen.
En lugar de analizar por qué la recesión ha cambiado la postura de gobiernos hacia el libre comercio, el gobierno se desgarra las vestiduras y comienza a bloquear la importación de carne estadounidense.
Pero nada en el sentido común dice que los consumidores estadounidenses no tengan el derecho a saber de dónde viene el producto que van a comprar. Más aún, en teoría económica, el origen es una característica importante de productos diferenciados; de ahí la preferencia por el vino francés, el whisky escocés, los chocolates suizos o el bife de Kobe.
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