domingo, 8 de febrero de 2009

DE PROCESO: PAROS LABORALES EN AGUSCALIENTES

“Menos papas, menos leche...”
MARCELA TURATI

Gastar menos, comer menos, vivir menos... Esa parece la fórmula con la que trabajadoras de la maquila textil en Aguascalientes sobrellevan la angustia de tener un empleo por el que cada día ganan menos y que pueden perder en cualquier momento. Pese al miedo, las más lúcidas se organizan, vigilan que empresas y sindicatos no pacten en su contra, y enseñan a sus compañeras que el trabajo es un derecho que se debe defender.
AGUASCALIENTES, AGS.- “De recién que me dijeron del paro tuve ganas de llorar. ¿Cómo le voy a hacer si mi hija necesita para ir a la escuela, mi mamá con su pensión, mi hermano con sus tres hijos que no recibe sueldo porque lo sacaron de Nissan y el otro que también está en paro?”
“Ojalá y Levi’s no se desespere porque no se venda el pantalón y nos quite el trabajo, o que el patrón no se canse de estar pagándonos.”
“Hay personas que no les está saliendo nada en su recibo, como a los que les descuentan Infonavit o Fonacot y quedan a deber. A unos les sale recibo de 10 pesos, a otros menos de 80, trabajan y ya no ganan.”
Estos son testimonios hilvanados de entrevistas hechas por Proceso a una veintena de trabajadoras de la fábrica Jo-bar, líder en la industria textil en Aguascalientes, y sus cinco filiales que confeccionan pantalones para Levi’s.
Son voces anónimas y muertas de susto, porque ¿para qué hacerle a la valiente y perder empleo?
Ellas cuentan qué hacen con el magro salario que reciben durante el paro técnico que les restringe su derecho a trabajar sólo tres días por semana. El resto del tiempo lo pasan buscándose la vida. Le intentan en la limpieza de casas o la empacando mercancías en el supermercado; las que son de rancho se van a sembrar verduras, al rastrojo o a la pizca.
A veces, cuando vencen el miedo, se forman como promotoras de derechos laborales con el Colectivo Raíz, y están vigilantes de los movimientos de la empresa y del sindicato para que no vayan a jugarles chueco.
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A las 5:40 de la mañana, los primeros camiones pasan por los ejidos cercanos, como Montes o El Azulito; se suben cientos de obreras y algunos puñados de hombres. Se estacionan a unas cuadras de la fábrica hasta poco antes de las ocho de la noche.
Los lunes llegamos tensos porque no se ve nada en corte; poco a poco comienza a llegar el pantalón a la costura. Para el martes hay un poco más y los miércoles ya todo se ve limpio. Me siento muy triste porque está una impuesta a ganar bien, y ahora es a medio sueldo y se preocupa uno porque le llegue la enfermedad, entonces qué va a hacer.
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Ahora lo único que están pagando es la producción; si no estás produciendo, no ganas.
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Hay personas que sacan a la semana menos un peso en su recibo porque tienen préstamos de Infonavit y de Fonacot, que aunque estamos en paro les siguen descontando. Uno de los hombres pidió permiso para irse de fontanero porque ya no saca nada. Varias están buscando a ver qué sale, si embolsando mandado o limpiando casas, o como sea.
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El Infonavit está descontando sin ponerse a pensar, nomás no quiere esperar a que se recuperen. No piensa nada, no le interesamos.
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Yo tengo tres hijos, imagínese para la escuela y los transportes. Está difícil llegar a los viernes o sábados. No puedo darles cinco pesos para gastar en la escuela porque yo necesito esos cinco pesos para el camión. Cuando le dije a mi niña de cuatro años que no hay dinero, me preguntó: “¿Entonces para qué trabajas?”.
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En la maquila en la que estaba nos descansaron, que según nos iban a llamar; ni entregamos el gafete y la bata. Fuimos como unas cuatro vueltas y hasta ahorita…llevo tres años que no me hablan.
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Desde enero, los rumores son un vicio dañino pero inevitable.
En la zona de las máquinas de coser, cuando cesa el martilleo de las agujas y el bulto de pantalones se agota, comienza la rumiadera que termina espantándole el hambre a cualquiera:
¿Es cierto que este mes van a cerrar?…Van a quitar los transportes que llevan a la gente a los ranchos porque no quieren gastar... Vino hoy un proveedor y capaz que nos quita el trabajo… Están haciendo listas como en la Nissan y ya pusieron a 500 gentes…No hay que equivocarse, saquen su ahorro de la caja por si desaparece… ¿Es cierto que Jo-bar ya se declaró en quiebra?… Y si la empresa se declara en quiebra, ¿puede correr hasta a las embarazadas?
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Ella trabaja de lunes a miércoles en el turno de las 6:30 de la tarde a las 3:30 de la mañana. Tiene tres hijos. Saca un recibo y muestra que ganó 240 pesos y que tuvo que pagar deducciones. Muestra una hoja en la que lleva impresa las cifras que indican cuánto ganará por bulto, por número de prendas, por semana.
Me pagan el bulto a un peso, tengo que hacer 137 bultos de 50 prendas. Estoy nueve horas en la noche y a veces no hago ni 100 pesos porque el trabajo se acaba a la una de la mañana y ya nomás es andar dando vueltas hasta que llegue la hora de salida porque no dejan irse antes.
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Todo mundo entra deseoso a trabajar el lunes, pero empieza a desesperarse cuando baja el trabajo porque nos tienen sentadas, sin hacer nada, y todo mundo tiene ganas de salirse. No nos dejan platicar ni desahogarnos, lo ven como mala conducta. Ayer no hice nada, ni un peso gané.
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Nos hicieron firmar un papel que nomás decía “Laboral Sindical”, o algo así, muy raro. Y nos pusieron nuevas reglas: Si faltas, descansas una semana sin paga; si llegas tarde, vas para tu casa sin paga; se acabaron los permisos. Nos está yendo de la patada con las reglas que están empezando a poner, por cualquier cosita te sancionan. Si te levantas hay sanción, y si lo haces dos veces te descansan tres días.
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A mí me ayuda mi esposo, pero ya está peligrando porque él trabaja para Pavimack, pero en su recibo apareció ya el nombre de otra empresa que no existe, que seguro no genera antigüedad. Haga de cuenta como que fueran trabajadores prestados.
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Una en punto. Suena la chicharra y se abre la puerta mecánica, como una gran boca. De su interior salen aprisa cientos de obreras y algunos pocos obreros con distintos modelos de batas azules, ya deslavadas.
Corren para aprovechar la media hora que tienen permitida para comer y para ser las primeras en llegar a las gorditas de 10 pesos, a los tacos de guisado y las fritangas.
“¡Aguas con la estampida!”, alcanza a gritar un comerciante en cuanto se viene el mujerío que cruza la calle arropada de multitud, sin importar si se le atraviesan a camiones urbanos o conductores despistados.
Unas aprovechan para hacer fila en el cajero automático; otras pagan el abono a la señora que vende pantalones para niño; unas más se forman en el teléfono público para preguntar cómo están sus hijos; varias se sientan en el parque o pasean por las zapaterías y heladerías a las que nunca entran. Alguna por allá recibe un ramo de flores.
Engullen la torta, dan el sorbo al agua fresca empacada en bolsita, y caminan apuradas, con la masticadera en la boca, para regresar a tiempo y dejar que salga a comer la otra mitad.
Otra vez la chicharra. Ya todas están sentadas en sus puestos, y ahí se quedarán hasta las seis de la tarde, cuando se irán para dejar paso a las del turno nocturno.
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Primero decíamos “qué suave, más vacaciones”. No creíamos que no había trabajo, pero a la tercera semana comenzó a disminuir la chamba y empezamos a temblar. A veces desde las 10 de la mañana se acaba. Una ve las caras de los jefes, preocupados.
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Yo le voy bajando a lo que estaba acostumbrada a comprar: menos papas, menos leche.
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Apenas saco para compensar lo que me descuentan del Infonavit, del seguro social, la cuota de defunción, del sindicato y de impuestos. Pero yo creo que está mal seguirle pagando al sindicato cada semana si nos descuentan a los mil 500 trabajadores que aportamos.
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En el campo, los hombres están consiguiendo trabajitos de rastrojo o pizcando, y en Aguascalientes hacen milagros con el poco dinero que gastan. A las mamás solteras ya se les hace difícil en cuestión de leches, pañales. Hay mamás que desde el lunes llegan pidiendo dinero prestado.
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Estamos pasándola, nada más, comiendo nada más; menos mandado, menos todo.
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Como saco la mitad, me estoy atrasando en pagos. Por ejemplo, en Famsa saqué una televisión y desde que hubo paro no he podido pagar. Ya tengo que pagar 700 de intereses atrasados, pero no puedo.
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Tenía planes de construir este año; iba a techar, pero ya todo se detuvo. Tengo que traer lonche para ya no comprar aquí. No pagué tenencia ni verificación porque no tuve. Y no hay a dónde irse; ya fui a Jako y a Nissan y nada. Antes alcanzaba mil pesos, ahora 300.
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Dicen que la situación viene peor, pero si salimos de ahí para dónde vamos. Por más descuentos que nos ofrecen las tiendas, no hay con qué comprar.
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Discúlpenos pero ya nos vamos. Ya nos tenemos que ir porque si no llegamos a las seis y media nos descansan toda la semana y ya se hizo tarde. Por cierto, ¿usted sabe de un trabajo?
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Se van y dejan a la vista su contrato en el que se lee: “La duración de la jornada diaria de trabajo será de 9:05 horas, esto en el caso de los trabajadores con el horario continuo de 8:00 a 18:06, gozando de un descanso para tomar sus alimentos de 30 minutos disfrutable a las 13 horas (…) El trabajador recibirá una contraprestación al servicio prestado consistente en un salario mensual variable pagadero semanal o quincenalmente”.
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Sara Montes, coordinadora del Colectivo Raíz que capacita a las empleadas de esta maquila, dice que su ideal es formar una red de promotoras en la región que se dediquen a capacitar a otras mujeres acerca de la identidad que te da el trabajo, porque “si no lo asumimos como un derecho, jamás vamos a tener actitud de defenderlo”.
Ella nota que hace cinco años había unas 25 maquilas textiles, pero en cuanto pasó el boom quedaron ocho empresas de exportación. La principal es Jo-bar y sus cinco filiales que le hacen pantalones a Levi’s; otras trabajan para empresas nacionales, como Liverpool o Fábricas de Francia.
La mayoría, si no es que todas, están en paros técnicos de tres días y sabemos que dos de las empresas de Jo-bar van a parar tres meses. Por eso, vamos a mandar una carta a Levi’s diciéndoles que si tienen pensado salir de Aguascalientes, que les avisen a los trabajadores directamente para que sepan y tomen las medidas que deben tomar. Porque si lo hacen a través del sindicato, éste se arregla con la empresa, no informa, toma medidas de represalia y control y lo oculta para sacar beneficio.
No es sinsentido enseñar a la gente sus derechos laborales cuando los trabajos están cerrando. Gracias a la organización, las obreras están recorriendo varias dependencias gubernamentales pidiendo capacitación para otros empleos, enterándose de las bases para los proyectos productivos y hasta solicitando ayuda para contrarrestar las golpizas del marido frustrado por haber quedado desempleado y que se desquita con ellas.
¿Qué hace uno ante los cierres? Si no valen ni códigos ni nada que se pueda aplicar. Tenemos que pelear nuestro derecho máximo a ser trabajadores, esa va a ser la pelea hacia delante