Rolando Cordera Campos
“Hay sociedades injustas desde su nacimiento”: así concluyó este viernes Rafael Segovia su artículo en Reforma. Es esta injusticia congénita, que llevó a Humboldt a describir a la Nueva España como la tierra de la desigualdad, la que se revuelve hoy desde una demografía poblada por jóvenes adultos y urbanos ante una crisis global que no perdona ni al bien portado y azota contra la pared a las sociedades que pretendieron dar saltos al cielo sin contar con los cimientos indispensables ni los paracaídas necesarios, como le ocurre ahora a España y le pasó a Islandia e Irlanda. Habrá que ver cómo se las arregla Albión para no mantenerse postrada por demasiado tiempo, después del ramalazo de los días pasados.
El presidente Calderón no tomó buen aire en la montaña blanca y pierde su escasa calma a medida que los indicadores y las expectativas de analistas y empresarios se unen en una caída prácticamente libre. Uno tras otro, los índices apuntan a la baja y no habrá regaño presidencial, en vuelo trasatlántico o por la red privada, que lleve a los calculistas del Banco de México a variar en sentido contrario sus proyecciones para este año horrible: la economía decrecerá y con ella el empleo formal que ofrece acceso a la medicina o el retiro asegurados, en tanto que la informalidad topará con su primera experiencia de real e irremisible estancamiento: sin liquidez familiar proveniente del empleo regular, el consumo de durables en la economía subterránea tenderá también a bajar y el trueque se impondrá en tianguis de alimentos, ropa usada, entre los más pobres que se asientan en caminos y explanadas nomás pa’ver.
Leer Nota AQUI