martes, 3 de febrero de 2009

El diablo los junta



Opinión C A M P E C H E
martes 3 de febrero de 2009

Bagdadistas y bejaranistas

Luis HERNANDEZ ESTRELLA

Cuando le preguntó una periodista de Televisa al presidente nacional del PRD, Jesús Ortega Martínez (alias Chucho Ortega), que si expulsarían a AMLO del partido si apoyaba a candidatos de otros partidos o él renunciaría, éste contestó: “AMLO es el dirigente de un ‘movimiento social’ muy ‘respetable’, nadie le tiene que decir qué hacer, él sabrá, y claro que aún es miembro del PRD”.
Una respuesta por demás hipócrita, mentirosa y cínica, puesto que el clan de los “chuchos”, que incluye desde luego a los bagdadistas del PRD en Campeche, son y han sido los más interesados en acabar políticamente a Andrés Manuel López Obrador, y de paso con ello pagarle el favor a Calderón y al PAN por haberle dado la presidencia del PRD a Jesús Ortega Martínez.
Pero como los “chuchos” no han podido hacer que decaiga la imagen y la base social de AMLO, y urge cumplir con el compromiso contraído con el “residente” de Los Pinos, ahora están presionando bajo amenazas a todos los que simpatizan con López Obrador, amenazándolos con quitarles sus derechos partidistas si apoyan a candidatos que no pertenezcan al grupo de los “chuchos”.
Sin embargo, algo debe de quedarle claro a los “chuchos”, incluyendo a los bagdadistas del PRD campechano, y esto es que la fuerza de Andrés Manuel y su poder de convocatoria está de manifiesto, su carisma, inteligencia, capacidad organizativa, trabajo incansable y energía encaminada a lograr un mejor país y, sobre todo, el cariño del pueblo, lo sitúa muy por encima de ellos, esto es algo de lo que Jesús Ortega y su grupo de los “Chuchos” carece, y que influirá mucho en las elecciones constitucionales que se avecinan, cuando decida AMLO a qué candidatos apoyará, que desde luego no serán los candidatos de la corriente de los “chuchos”.
La posición de AMLO es congruente, porque obliga a que la otra parte del PRD, representada en Jesús Ortega, se exhiba cual es, una plaga de seudo líderes, que ahora salen en un spot televisivo pidiendo perdón y diciendo una nueva frase que está lejos de ser la que les distinga: “Reformar es volver a creer”, pero que la gente que mira estos mensajes; comprende que son gritos de desesperación porque sus liderazgos son tan débiles que quizá piensen que así hará mejor resonancia en el televidente.
Hay que respetar las leyes de la decencia, la honradez y la libertad, pues querer engañar al electorado con discursos tramposos e hipócritas en nada ayuda a nadie; los “chuchos” lo saben, pues de ellos se sabe de todo menos que sean decentes y que respeten como caballeros los espacios y los derechos de cada quien. Pobre “Chucho”, tan falto de credibilidad y de liderazgo que sólo le queda admitir que a nadie engaña y que la decadencia de su grupo (NI) se inició cuando se entronizó en la Presidencia del perderé.
Esto lleva a la desesperación al grupo de los “chuchos” campechanos, representados por su líder Abraham Bagdadi, los que impotentes para contrarrestar su mala reputación ante el electorado campechano, caen en el ridículo cuando de manera oportunista y tardía, tratan de colgarse inútilmente del movimiento que los armadores organizaron para bajar el precio del diesel, queriendo hacer creer a la ciudadanía que el PRD y sus dirigentes bagdadistas, están del lado de las luchas del pueblo, cuando el fondo del asunto es más electorero, que de buena fe de parte de los “chuchos” de Bagdadi.
Esto me hace recordar a aquellos dos folklóricos personajes de la política campechana, refugiados en una organización filial del PRI llamada “Democracia 2000”, quienes siempre tenían a la mano mantas con el logotipo de su organización para desplegarlas en cualquier manifestación que se les atravesara, que aunque no fueran los promotores, la hacían muy bien de “colados” para fusilarse o regentear el movimiento para su organismo.
Lo cierto es que en las elecciones del 5 de julio próximo, los “Chuchos” y los Bagdadistas se rascarán con sus propias uñas, ya que no podrán utilizar la figura de Andrés Manuel López Obrador para llegar a las candidaturas y después a los puestos públicos, como hizo Pancho Brown, aunque ahora éste diga presuntuosamente que gracias a él creció el PRD en Campeche: gracias a los 35 mil votos que obtuvo en la elección del 2006. Lo que no dice es que se “colgó”, sin permiso previo, de la figura y presencia de López Obrador.
Estos bagdadistas confesados piensan que nadie sabe el largo historial de cada uno de ellos, que no se identifica su trayectoria precisamente con las luchas de la izquierda auténtica, sino que su fragilidad ideológica y su consistencia práctica para negociar, vender y traicionar cualquier movimiento partidista, los hace hijos predilectos, pero putativos del PRIAN; son esa clase de políticos perredistas que son de todo, menos de izquierda.
Son los que piensan en la comodidad que genera el puesto burocrático de buen nivel y lo redituable de estar cerca del amo en el poder, lo cual les permite comer en los mejores restaurantes y degustar los mejores vinos, mientras que muchos sólo puedan aspirar a un taco de tortilla con sal y manteca, aunque sean los que generan la riqueza que mantiene a estos zánganos de la política. A esto es a lo que aspiran los bagdadistas o los “chuchos” campechanos, quienes en defensa de sus cotos de poder y de control, no les importa exhibirse y comportarse como verdaderos mercenarios de la política, vendiendo las siglas de su partido al mejor postor.
A ellos ya se unieron los hijos políticos de René Bejarano, quienes como perritos lanudos llegaron con la cola entre las patas, las orejas hacia atrás, retorciéndose y lamiéndole los pies a Abraham Bagdadi, para que los incluya dentro de la repartición de huesos. ¿Y la dignidad que presumían tener?, ¿No que Abraham Bagdadi era el ser más corrupto que pudiera existir en la faz de la tierra?
Dicen bien, no hay dicho mal dicho: “Cae más rápido un hablador que un cojo”.
Leer Nota AQUI