martes, 3 de febrero de 2009

Tiempo de confesiones

Pedro Miguel

Desde tiempos de Salinas, y acaso desde antes, los traficantes de vehículos robados solían recurrir a facturas falsas para amparar su mercancía. Es difícil determinar a ciencia cierta quién inspiró a quién: si los ladrones de autos a los ladrones de presidencias, o al revés, pero el hecho es que ahora usurpadores y ex usurpadores de la jefatura de Estado exhiben, en prueba de honradez, papelería y procesos electorales adulterados. La falsificación refuerza la impunidad y hace prácticamente imposible el esclarecimiento, porque para llevarlo a cabo se necesitaría un aparato de investigación al menos tan grande como las dependencias públicas que sirvieron de Plaza de Santo Domingo para fabricar documentos apócrifos.
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