Luis Javier Garrido
Felipe Calderón no tiene el consenso nacional para seguir en la presidencia de México, aun sea de facto, imponiendo políticas antinacionales y antipopulares, y el riesgo de que se le mantenga en el cargo es muy grande para el país, como hace ver de nuevo el caso Slim.
1. La intransigencia del gobierno, encabezado formalmente por Calderón, ante los señalamientos de que sus políticas económica, social y en materia de seguridad están llevando a un desastre institucional y de que no tiene mucho menos una respuesta ante la crisis financiera y económica internacional, no han hecho otra cosa que evidenciar la inviabilidad del gobierno de la ultraderecha, que se ha erigido como el mayor obstáculo para que México pueda salir adelante en estos inicios del siglo XXI.
2. Al análisis de la situación nacional hecho por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo el domingo 25 de enero ante más de 300 mil integrantes del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, de la Soberanía Nacional y de la Economía Popular, en el que éste delineó un programa de emergencia para el rescate de la economía popular, el gobernante espurio replicó airado dos días después denostando como “catastrofistas” todas las críticas adversas, y desde entonces se instauró en los medios una amplia campaña de descalificación de toda opinión divergente, pero esto no ha sido todo, pues muy pronto, dando muestras de un evidente desvarío, Calderón mismo se ha lanzado contra las advertencias provenientes de diversos sectores de la derecha oficial.
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