¿No es verdad que tamañas herejías merecen la condena eterna? Sobre todo porque se parecen a algunas cosas dichas por Andrés Manuel López Obrador
Víctor Flores Olea
Las palabras de Carlos Slim sobre la crisis encendieron la pradera pero no la inteligencia de los funcionarios que arremetieron en su contra. El gobierno de Calderón pasa por una de sus mayores vergüenzas.
El primer espectro designado para responder fue Javier Lozano, secretario del Trabajo. Los pronósticos de Slim, dijo, “son catastrofistas, sin sustento sólido”. Descubre la motivación secreta del empresario: esos vaticinios “obedecen a un buen deseo de que las empresas se abaraten para luego comprarlas”, o que quiere más concesiones en áreas donde no las ha obtenido, por lo que se ha hecho merecedor, “sin represalias, a un llamado respetuoso pero enérgico”.
El espectro mayor consideró que lo importante no es ver quién genera el pronóstico más grave, sino qué es lo que cada quién puede hacer por México para enfrentar la crisis. Aludiendo a John F. Kennedy, recalcó que más que criticar debiera preguntarse “cuál será su propia conducta de ayuda”. Cualquier crítica, como se ve, es ignorada por los responsables de la política mexicana: “¡Ni los veo ni los oigo”, como en su momento proclamó otro insigne mandatario nuestro.
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