México SA
Carlos Fernández-Vega
■ Se perpetúan la pobreza y la exclusión
Con o sin crisis, aunque en los hechos, con diversas intensidades, llegó para quedarse, el gobierno mexicano se “olvidó” de uno de los activos más preciados: los jóvenes, y a estas alturas a la mayoría de ellos los mantiene fuera de sus planes. Tampoco están en los de los partidos políticos, los cuales en el mejor de los casos los ven como uno de tantos objetivos electorales. Recientemente, el rector de la UNAM condensó esta crítica circunstancia de forma puntual: “México no puede tener a sus jóvenes sin educación y sin empleo, pues esa es la peor de todas las combinaciones y, por lo tanto, un error histórico”.
En efecto, un gravísimo error histórico que lejos de corregirse se ha retroalimentado a lo largo de décadas. Educación de muy baja calidad, presupuestos a todas luces insuficientes, acceso cada vez más limitado a las instituciones de educación media y superior, y desempleo creciente entre la población juvenil no son la receta perfecta para fortalecer el desarrollo del país ni para la inserción de los jóvenes al quehacer nacional. Lo anterior, en efecto, es la peor de todas las combinaciones.
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