SARA LOVERA
MÉXICO, D.F., 19 de febrero (apro).- En la zona Triqui de Oaxaca, se vive un estado de violencia insoportable. Los hechos, los datos, los relatos y la historia de vida de las mujeres indígenas, nos hacen imaginar que eso no es posible en un estado de derecho y podríamos pensar que no existe sino que se trata de una novela macabra.
Esto ocurre en el siglo XXI, de plena globalización; en el 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, cuando concluyó el siglo calificado de las mujeres y en el que se nombran con cinismo incontrastable, todos los derechos de las mujeres, época donde se habla de restitución de la deuda histórica con los habitantes de los pueblos originales.
A pesar de la tecnología de los instrumentos de comunicación de masas, las triquis están borradas, invisibles, negadas. Nada sucede. Ninguna autoridad acude, resuelve, investiga o intenta hacer justicia. Es increíble, por duro y cierto.
Sólo en los primeros 11 meses de 2008, de acuerdo con la "cifra oficial" del procurador del estado, Evencio Nicolás Martínez Ramírez, 55 mujeres fueron asesinadas en Oaxaca, 11 de ellas triquis; aunque las hay humilladas sexualmente agredidas y otras desaparecidas.
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