Política cero
Jairo Calixto Albarrán
Mi admirabilísimo doktor Karstenstein ha dado verdaderas demostraciones de que es un ser humano que siente y que ama. Ante la belleza imperturbable y nada serena de Carla Bruni, que se paseó frente al gabinetillo calderónico como una de esas aves que cruzan el pantano y no se manchan, el secretario de Hacienda le rindió, junto con García Luna, que también sabe lo que es bueno, el mayor símbolo de pleitesía que un mexicano puede expresar ante una mujer con la clase y el estilo de la primera dama francesa: una mirada francamente lasciva, como de chalán de vulcanizadora a la que nada más le faltó el clásica y sutil: ¡Meeeereeeeeezcooooo!
La fotografía en la portada de MILENIO nos descubre también la envidia incrustada en los rostros de Margarita Zavala y Chepina Vázquechutas que parecen decir: “No sé qué le ven, ya en persona ni está tan guapa como dicen”. Lo mejor es la cara de Ruiz Mateos, ese prócer del oportunismo pando, quien se reprime para no escanear a la mademoiselle como dictan los cánones, no lo fueran a regañar.
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