En Privado
Joaquín López-Dóriga
Hace unos días, en esa tarea de cirugía reconstructiva con todos los sectores que le ha sido encomendada a Fernando Gómez Mont como secretario de Gobernación, recibió en su oficina de Bucareli a un grupo de empresarios, reconocidos como los más duros, como los más influyentes, como los de más peso.
La comida transcurría con esas cosas que se dicen cuando se trata de establecer un primer acercamiento y no una confrontación, refiriéndose un poco al pasado, un poco al presente, un poco al futuro, cuando empezó a hablar uno de los representantes más emblemáticos del poderío económico de Monterrey, Dionisio Garza Medina, la cabeza del Alfa, el emporio simbólico de la industria regia, hoy en problemas como lo están otras, también emblemáticas y también regias, como Cemex y Vitro.
Dionisio, Nicho, como le dicen sus cercanos, comenzó hablando de generalidades del tsunami financiero —según la versión de la nueva estrella de pitcheo, Agustín Carstens—, avanzó en su exposición y de repente dio un vuelco en el tono cuando comenzó a reclamar a Gómez Mont que el gobierno del presidente Calderón ha ignorado, excluido a los empresarios de los planes presidenciales de recuperación económica, lo que calificó de error y desaire porque, le soltó: de no haber sido por nosotros en las elecciones de 2006, usted no estaría hoy sentado ahí.
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