martes, 10 de marzo de 2009

Secuestrozy

Pedro Miguel

Nicolas Sarkozy es una vergüenza para Francia. No porque apacigüe sus bramas de hombre maduro incrustando lunas de miel en tiempos y periplos pagados por los contribuyentes franceses: eso es un asunto público pero externo, así el político europeo haya escogido las playas del Pacífico mexicano para aullarle a la luna. Lo escandaloso es que Sarko –Narkosy, le dicen también ahora en el país que gobierna, y a ver si no regresa de México con un tercero: Secuestrozy– pretenda utilizar el poder diplomático de Francia y los instrumentos franco-mexicanos de cooperación jurídica para escamotearle a la justicia a la francesa Florence Cassez, una secuestradora dos veces sentenciada. Y todo, para ganarse él, Sarkozy, unos puntos de popularidad en una opinión pública intoxicada por el mercantilismo mediático.
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