En el otoño de 1999 asumió el poder el primer Presidente de México apoyado por los cárteles de la droga. Su nombre, Eduardo Francisco Ruiz, un carismático profesor universitario, formado por sacerdotes jesuitas y militante de una organización de izquierda llamada “Frente de Salvación Nacional”.
Ruiz llega al gobierno en medio del caos causado por el asesinato a tiros del presidente Lorenzo Zapata, a manos de un estudiante radical de 21 años, el 2 de junio de 1999. Zapata era un economista educado en los Estados Unidos, considerado un símbolo de la modernización de México por sus proyectos para acabar, entre otras lacras, con la corrupción gubernamental y el tráfico de drogas. El asesino de Zapata logró escapar de la policía con ayuda de los cárteles de la droga.
Una vez en el poder, el presidente Ruiz promueve un programa de reformas económicas radicales, tales como la nacionalización de la banca, sectores industriales y diversos campos agrícolas privados, lo que provoca hiperinflación, escasez de alimentos y crisis financiera. De todo ello, Ruiz culpa a los Estados Unidos, asumiendo en sus discursos una retórica antiimperialista similar a la de Fidel Castro.
Para marzo de 2003, México está hundido en el caos económico y la represión política, mientras millones de mexicanos intentan huir por la frontera hacia Estados Unidos. Los estadunidenses despliegan 60 mil tropas para defender su frontera sur, pero los narcotraficantes mexicanos están creando caos en los barrios pobres de ciudades estadunidenses como Houston y San Diego. Capos con nombres como Lázaro Paz, Carlos Portillo, Ávila Mena y Jesús Herzog dirigen esas operaciones desde México.
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