José Reveles
El panista Juan de Dios Castro es una caricatura de defensor de los derechos humanos, tarea que tiene asignada como subprocurador de la república. No entiende ni quiere saber absolutamente nada que suponga respetar las mínimas garantías. A los periodistas, por ejemplo, los trata con singular menosprecio: dijo que las indígenas asesinadas en Oaxaca, Teresa Bautista Merino y Felícitas Martínez Sánchez, locutoras de la radio comunitaria La voz que rompe el silencio, eran simples amas de casa que iban a poner música a la estación. Del también victimado periodista Brad Will aseveró que era un “gringo aventurero”, y a la presidenta de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, Aleida Calleja, de plano le sorrajó el epíteto de “enemiga del Estado”.
Tan inútil y espuria como la de la Procuraduría General de la República, hay otra Comisión de Derechos Humanos que es toda ficción: la de la Secretaría de la Defensa Nacional, cuyo titular, el general brigadier Jaime Antonio López Portillo, hizo una declaración de antología cuando estimó que 671 denuncias de abusos militares en 2007 y 1 mil 230 durante 2008 “no son muchas” si se toma en cuenta que andan 50 mil soldados y marinos en las calles, carreteras, campos y ciudades.
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