Luis Linares Zapata
La temporada de los jaloneos entre las cúpulas partidarias para adjudicar las diputaciones plurinominales terminó en medio de disgustos, maniobras grupales y pasiones insatisfechas. En este jaleo poco tuvieron que ver las razones que dieron lugar a tan apreciados lugares legislativos. Lejos han quedado las originales pretensiones de incluir, por ese conducto, a las minorías que, no obstante recibir un buen cúmulo de votos, quedaban fuera de los triunfos uninominales en los distritos electorales, ya fueran federales o locales. También se apartan, los presentes repartos de curules, de la necesidad que tienen los distintos partidos de dar cabida a sus minorías internas para llevar la marcha del conjunto en paz, o para contar con las capacidades requeridas para el trabajo legislativo especializado.
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