La natural centralidad del grave problema de la influenza de origen porcino no debe llevarnos a desplazar el interés y la atención sobre otros temas igualmente graves que también atañen a toda la ciudadanía. Precisamente el Foro Internacional sobre la Criminalización de los Defensores de Derechos Humanos y de la Protesta Social, realizado en Chilpancingo, Guerrero, la semana pasada, mostró las evidencias de la política de Estado que se practica en el calderonismo y en algunos gobiernos estatales, independientemente del signo político, consistente en eliminar al mensajero para ignorar el mensaje, variante actual de aquella delineada por el salinismo: "ni los veo ni los oigo".
¿Qué otra cosa son los defensores de derechos humanos si no mensajeros que presentan al Estado los graves déficits en su obligación de garantizar a todas y a todos el ejercicio de derechos humanos? Le acercan el espejo sobre una realidad que no se quiere asumir. De ahí que prefiera centrar su persecución en aquellos que dedican su vida a defender estos derechos.
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