Política cero
Jairo Calixto Albarrán
Que van a cerrar los Wal-Mart, me dijo un paranoico, y yo le dije, seguro que por careros. No, por la emergencia sanitaria. Han de querer subir los precios, los muy especuladores.
Fue entonces cuando empezó a temblar, y mientras el simpatías del secretario de Salud, Córdova Villalobos, explicaba con su natural encanto que los movimientos telúricos se debían más bien a que estaban demoliendo el edificio de enfrente (por lo menos no repitió su ya muy sobado chiste de las conferencias de prensa donde cada que algún reportero le hace más de tres preguntas solicita que se las repitan porque se le olvidaron), se escuchó una voz cavernosa que gritaba algo así como: ¡Nada más esto nos faltaba!
Sinceramente, tomando en cuenta la muy extraviada guerra contra el narco, el catarrito transformado en mala influenza económica, la crisis acuífera que nos condenaba a los estertores de una sed perpetua, y ahora la porcinidad llevada a la gripe maldita, más la onda telúrica en el DF (a los dos minutos aparecieron los chistes: “¿Qué le dijo México a la influenza porcina: ¡Ay, sí, mira cómo estoy temblando!”; o el ya clásico: “No es que hubiera temblado, fue un estornudo colectivo”), la cosa ya me comenzaba a parecer muy sospechosista. Y eso que no soy esotérico.
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