- Imposible, guardar las formas
Carlos Fernández-Vega
Al ritmo que van las cosas, al concepto "inversión extranjera directa estadunidense" habrá que borrar esta última palabra y agregar "del gobierno de Estados Unidos", porque es tal el número de empresas "rescatadas" y el dinero de los contribuyentes de aquel país involucrado en su "salvamento", que el inquilino de la Casa Blanca deberá aparecer como presidente del consejo de administración en cada una de ellas.
Desde las primeras sacudidas, allá por agosto de 2007 –aún con destructor Bush en la Casa Blanca– hasta ahora, miles y miles de millones de dólares de los contribuyentes de aquel país han sido sacrificados con el pretexto de "estimular" a la economía estadunidense y "lograr su recuperación", algo que, a pesar del espeluznante costo que ha tenido, se mantiene como un sueño guajiro. La diferencia entre la "estrategia" de Bush y la de Obama es que el primero simplemente canalizaba fondos públicos para "rescates" privados sin mayor petición, mientras el segundo condiciona la entrega de recursos y se queda con una porción de las acciones respectivas (lo que, dicho sea de paso, tampoco es garantía para la referida "recuperación").
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