Algunas de las causas: la exigencia de información precisa y oportuna y de atención médica incondicional, gratuita, suficiente y adecuada para enfrentar el peligro aún vigente, y otros; la demanda de un manejo económico orientado a facilitar las cosas a la población, no a sus depredadores; la presión social permanente para conseguir que las instituciones acanalladas, corrompidas y envilecidas por quienes hoy las encabezan y ocupan, vuelvan a cumplir con los propósitos para las que fueron creadas y no para satisfacer los intereses político-mercantiles que actualmente las subyugan; el afán de limpiar el gusanero que anida en los partidos políticos; desactivación de la pinza (delincuencia sindical y planes privatizadores) que asfixia al sistema educativo; la tarea de promover tejido social que permita a asalariados, deudores, desempleados, inquilinos, causantes, consumidores y pequeños empresarios, defenderse de la catástrofe financiera universal provocada por la gula especulativa de los grandes capitales; la movilización en respaldo a los obreros de Cananea, la liberación inmediata de los presos políticos de Atenco y la exigencia de castigo para las violaciones a los derechos humanos perpetradas allí, en Oaxaca y en Lázaro Cárdenas, entre otros puntos del mapa que marcan otros tantos episodios represivos; la preservación y ampliación de los derechos reproductivos y de género, bajo el acoso renovado de la derecha mojigata y de la hipocresía clerical y judicial.
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