El título de este texto, plagiado al querido y admirado amigo Gabriel, supone que todo general, en un momento, no encuentra por dónde ni cómo salir de algún embrollo. Hoy es el caso de Felipe Calderón Hinojosa. Sus cinco estrellas no le ofrecen suficiente amplitud de firmamento para desentrañar sus complejos problemas de seguridad. Seguridad que él mismo degradó, aconsejado quién sabe por quién.
En estas condiciones abrió, con enorme entusiasmo y comprometiendo todas sus fuerzas desde el primer momento, una guerra sin información, sin plan y sin cálculo de consecuencias. Sin experiencia alguna en el manejo de grandes estructuras y conflictos, ni de la perspicacia necesaria, ni del manejo de colaboradores reacios a la cooperación. Pronto dio muestras a sus gabinetes especializados, en este caso los de seguridad, de que no sabía adónde iba, ni cómo ejercer el mando enorme que era su responsabilidad. Esto lo llevó, a la mitad de su mandato, al final de su camino.
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