Jorge Camil
Los burócratas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son como el pollito que predecía el fin del mundo: "¡se va a caer el cielo!", repetía sin cesar, y el cielo permanecía inmutable. Hoy la moraleja se utiliza para describir a quienes se aferran a la creencia de que algún desastre imaginario es inminente. Los hay pesimistas de todos colores; desde los que predicen el temblor que separará a California del territorio continental, o a México de Centroamérica, hasta quienes aseguran que pronto nos eliminará una hecatombe nuclear.
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